Javiera Basso, Head of Advisory and Valuation en JLL Chile, compañía global de gestión de inversiones inmobiliarias, explica la importancia de la regulación y la prevención de riesgos.
La geografía de nuestro país y las características de su territorio han hecho que tengamos una larga historia de desastres naturales, desde terremotos y tsunamis hasta incendios e inundaciones. Esto genera una serie de peligros que, sumado a la vulnerabilidad de ciertos sectores, incrementan los niveles de riesgo geográfico.
Es por esto que, antes de comenzar la construcción de un proyecto debiera existir una planificación territorial correcta y oportuna, para resguardar la seguridad de las comunidades y los terrenos.
“La planificación urbana, de carácter público, establece ciertas condicionantes respecto de los desastres naturales a los que nuestro país se ve expuesto. En ese sentido, si bien nuestras normas sísmicas solían tener buenos estándares antes del terremoto del 2010 por experiencias de desastres anteriores, con lo sucedido ese año ocurre un punto de inflexión donde la discusión y el tema en la palestra fue justamente la planificación para la emergencia”, comenta Javiera Basso, Head of Advisory and Valuation en JLL Chile, compañía global de gestión de inversiones inmobiliarias.
A raíz de dicho terremoto, se publicó en 2011 la “Guía de Análisis de Riesgos Naturales para el Ordenamiento Territorial”. En ese sentido, “uno de los mayores desafíos tiene que ver con la no existencia de un único sistema de planificación sino que cada instrumento aplica a nivel local. Por ejemplo, cada Plan Regulador es a escala comunal o intercomunal”, explica Javiera. Además, agrega que “Esta situación es una de las principales complejidades para lograr una visión de mayor escala que considere diversidad geográfica a través de mapas de peligro o estudios de riesgo que puedan dar cuenta de las distintas escalas de desastres probables, así como la educación de las comunidades locales para gestionar situaciones de este tipo”.
Lo que los planes reguladores pueden hacer es establecer zonas de riesgo o de protección donde no se permitan asentamientos. Sin embargo, esta planificación suele ser para zonas urbanas y existen zonas rurales que quedan exentas de estas medidas. Asimismo, hay planes reguladores e instrumentos de planificación que cuentan con varios años de antigüedad y que no han sido adaptados a las nuevas condicionantes necesarias para la buena gestión de un riesgo, más allá de zonas de evacuación, advierte la experta.
Además del impacto en las construcciones y los territorios, desastres naturales como terremotos dejan una huella en el ámbito económico. Por ejemplo, el terremoto del 2015 que se registró en Coquimbo causó pérdidas de entre 600 y 900 millones de dólares para las aseguradoras, aproximadamente.
Una correcta planificación puede cumplir un papel fundamental a la hora de identificar vulnerabilidades y actuar con los instrumentos disponibles para mitigar riesgos y crear resiliencia. Según la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR), por cada dólar invertido en la reducción del riesgo de desastres y la prevención se pueden ahorrar hasta 15 dólares en reconstrucción.
Reducción del riesgo de desastres
Según el Observatorio Regional de Planificación para el Desarrollo de América Latina y el Caribe, los objetivos que persigue la planificación para la reducción del riesgo de desastres son: la reducción de las vulnerabilidades sociales, económicas y ambientales, el aumento de la capacidad de recuperación y el bienestar general de la población mediante un enfoque basado en los derechos. Cuando un país integra instrumentos de política para la gestión del riesgo de desastres con los marcos de políticas nacionales, facilita la asignación de recursos humanos, técnicos y financieros para lograr estos objetivos.
Con respecto a los compradores, ¿existen garantías sobre la seguridad en planificación de un proyecto? Javiera Basso explica que “en general tienen que ver con la calidad constructiva y la experiencia de las constructoras o inmobiliarias, que manejan tecnologías, materiales o que cuentan con especialidades u oficinas de cálculo estructural de alto prestigio que puedan asegurar y certificar el buen comportamiento sísmico de un determinado proyecto”.
Hoy en día, el riesgo de desastres naturales se ha agravado aún más con el cambio climático, por lo que conceptos como la gestión estratégica y una visión transversal del territorio seguirá cobrando aún más relevancia en la industria en los próximos años.